La mañana del 4 de octubre, todos los Quiteños nos hemos impactado por las secuelas de las protestas del día anterior, en las cuales, mucha de la infraestructura de nuestra cuidad salió vulnerada; tantos postes, calles, semáforos, alcantarillado, jardines, paredes grafiteadas y destruidas, las cuales tiene un costo de daños alrededor de USD 500 000.
Es verdad que las protestas ayudan a expresar la voz del pueblo, para que se realicen cambios, pero una cosa es ejercer este derecho y otra muy diferente es causar miedo, destrucción, caos en la cuidad. Muchos habitantes tenían inseguridad al salir, universitarios no sabían si era seguro transitar. Las protestas no deben causar miedo, catástrofes y dañar nuestra gran cuidad, son para cambiar actos que están mal. Independientemente si las medidas tomadas por el Gobierno sean benéficas o no, la manera que tomaron los ciudadanos de Quito para protestar fue incorrecta y no deja ver lo que somos en realidad.