El mundo entero habla del desarme. Dejar las armas y las bombas, la guerra y la violencia. Los líderes mundiales buscan la paz a través de la guerra, o tal vez, simplemente, la guerra sea el medio más rentable para conseguir la paz. Filosofía maquiavélica que evocan las raíces de la política del Estado orwelliano. Mientras el colectivo se centra en el desarme material, considero que el individuo debe plasmar el desarme interno. Dejar la ira y el odio, el miedo y el recelo. Obstáculos insalvables, emociones tóxicas, bloqueos emocionales que nublan el pensamiento y lastiman el ser.
La paz no se crea, la paz es una búsqueda infinita. Para conseguir la paz interior es imprescindible la práctica del amor y la compasión, la comprensión y el respeto por todos los seres.
En la búsqueda de la paz y la felicidad, la intención volitiva es lo que suma. Para encontrar hay que buscar, pero para buscar solo hay que querer. La voluntad humana es y será siempre más poderosa que las armas. Por tanto, el desarme interno conllevará todo tipo de desarme. La guerra es innecesaria, la paz es indispensable.