Si son apropiadas o no las medidas adoptadas por el Gobierno ecuatoriano, para reducir el impacto en nuestro país del SARS-COV-2, solo lo sabremos al final de la epidemia, una vez que cuantifiquemos el número de infectados y de muertos. Los medios de comunicación nos han convertido en testigos de la impotencia de los sistemas de salud de países desarrollados, por lo que nuestros temores aumentan, al conocer que en estos lares, el virus cuenta con tres grandes aliados: ignorancia, irresponsabilidad y negligencia, repartidos por igual entre la población y las autoridades de turno. Bajo este panorama, el Vicepresidente de la República advierte a los profesionales de la salud con sancionar a los que se nieguen a atender a los pacientes infectados. Sería reprochable que algo así ocurriera, sin embargo, al soldado no se le envía a la guerra sin zapatos, uniforme y armas para defenderse. Primero, visite las bodegas de los hospitales de referencia y cerciórese que dispongan del material de protección apropiado y suficiente. Luego, han pasado varios días desde su anuncio y los laboratorios acreditados todavía no pueden hacer las pruebas diagnósticas a la población (¿?). Señor Vicepresidente, alguien no está haciendo bien su trabajo y no son precisamente los médicos…