Los ciudadanos de nuestro país hemos visto con perplejidad la cantidad de candidatos que hay en estos momentos para las próximas elecciones para las diferentes dignidades seccionales, a más de los postulantes para las otras dignidades. Esto nos lleva a preguntarnos, y de una u otra manera, exigir al Gobierno Central que se debe plantear una nueva forma de aceptar candidatos. Los partidos y los movimientos políticos deben tener trayectoria política, no hechos al instante, solo para estas elecciones, deben poseer planteamientos precisos, viables y una estructura política y social clara y con dirigentes suficientemente preparados. Asimismo, por un lado, cada candidato debe costearse su candidatura, sus propagandas, sus recorridos. Sacar de su propio bolsillo el dinero para promocionarse. No es posible que sea el Estado el que les entregue una cantidad determinada para la realización de su propaganda. Ese dinero es de nosotros, los contribuyentes que día a día trabajamos honestamente. Todos los candidatos deben saber que el puesto al que aspiran llegar es de servicio a la comunidad, de trabajo duro para el beneficio de los ciudadanos que los elegimos. No es el recibir nuestro dinero para sus campañas y repartirlo entre sus cuatro amigos, uno que otro afiche, una que otra propaganda visual o radial, ser nombrado y ser conocido entre la gente de su barrio, entre sus amistades y que saben perfectamente que no ganarán en estas elecciones próximas, y si llegan, no hacer nada positivo para la vida de sus conciudadanos, tener la oportunidad de saquear las arcas fiscales para su propio beneficio y de sus panas y luego abandonar el país. Por otro lado, todos y cada uno de los candidatos deben poseer título universitario, ejercer una profesión, tener conocimientos de administración gubernamental, conocimientos legislativos, demostrar que sí conocen su ciudad, su provincia, que la han servido de una u otra manera antes de postularse, y demostrar que son personas honestas y con valores morales comprobados. Zapatero a su zapato. Nuestro país necesita gente probada, calificada, gente que enaltezca la dignidad de los ecuatorianos y que no nos avergüencen. Exigimos un verdadero cambio político, legislativo, social. Basta de corrupción, de padrinazgos y de componendas.