En los últimos años en el colegio o secundaria, lo que más anhela uno es liberarse del ambiente escolar. Sin embargo, nada lo prepara para la universidad y sus profesores.
Son grandes académicos, mentes ilustradas a cargo de la preparación de una nueva generación de profesionales. Eso es lo que idealmente deberían ser, lamentablemente, no todos lo son.
Los problemas más grandes con estas personas son ausencia e impuntualidad, es comprensible que ciertas veces, se ausenten, lo importante es que no se quede así, sino que logren la recuperación de estas horas de clase.
Es intolerable que no comuniquen rápidamente que van a faltar, ya que, en las universidades abundan los estudiantes que no viven cerca de la institución y el tiempo que demoran en llegar es bastante grande, y que al llegar el docente no se encuentre es una molestia, pérdida de tiempo y dinero.
De la mano de este problema también están sus reemplazos, que para ser sinceros, muchas veces no cumplen con el objetivo encomendado por quien los envía.
El estudiante es el más menospreciado en la relación universidad-docente-estudiante, es lo que a muchos les gusta ahora denominar como “relación toxica”.
Christian Andrés Idrovo Rubio