La discusión de los temas más importantes del país pasa por la Asamblea Legislativa.
El sistema de democracia que tenemos, nos obliga a elegir representantes cada cuatro años, para que, desde la capital ecuatoriana, tomen decisiones por nosotros, casi siempre a nuestras espaldas y sin una verdadera rendición de cuentas.
La mayor parte del tiempo esos representantes hacen todo menos representar de verdad a los ciudadanos que los eligieron.
Hace días atrás, los asambleístas dieron muestras una vez más del nivel de calidad de nuestro poder legislativo. Con discursos religiosos y presiones políticas por parte de sus líderes partidistas, varios legisladores votaron en contra de la despenalización del aborto en casos de violación, sin un verdadero debate sobre este gran problema de salud. Dentro de este tema muy sensible que es parte del día a día de nuestra sociedad, existen argumentos disfrazados de “moral”, y la religión es utilizada a conveniencia.
El mismo día los legisladores votaron en contra de incluir en el COIP la incautación de bienes de los implicados en casos de corrupción. Una herramienta que serviría para recuperar lo robado en delitos de corrupción, no sólo en casos pasados sino en posibles actos de corrupción futuros. En este tema a los asambleístas se les olvidó los principios morales que tanto invocaron en el debate previo. Olvidaron que “no robarás” también es un mandamiento divino.