Hace un año y medio visité Brasil. Y sí, lo imponente de São Paulo y la belleza de Río de Janeiro son las primeras impresiones. Una semana por temas laborales en São Paulo ya permite chocar con la realidad de los precios nacionales=internacionales (sinónimos en Brasil). Luego ya por mi cuenta viajé en bus hacia Río, cuesta USD 50 (solo de ida), una distancia aproximada a la de Quito-Guayaquil, que cuesta acá alrededor de USD 10. Tuve la suerte de hospedarme en un departamento de la Organización donde laboraba, distante de la zona turística, pero el ahorro valía la pena. Los costos del transporte, yo tomaba dos buses y el metro para llegar a las playas, conociendo un poco más ya solo un bus y el metro, alrededor de 6-7 dólares diarios ida y vuelta. Un almuerzo no menos de 10 dólares, los kioskos de comida ligera y “barata”, un combo diríamos acá, siempre estaban repletos de ejecutivos y trabajadores rasos. Un colega brasileño reflexionaba y no entendía del todo, ¿cómo el combustible puede ser tan caro si Brasil era un país productor y exportador neto de petróleo? Una chica de Brasilia que conocí y me ayudó con la traducción, me contaba que los precios de alquileres y demás estaban subiendo, faltando dos años y medio para el Mundial, decía ella que tuvo que mudarse del departamento porque le subieron el alquiler de USD 400 a 800. En el metro, durante la vuelta a casa, charlábamos con una enfermera quien se lamentaba y preguntaba si hace falta mejorar la educación y la salud, ¿cómo podían gastarse millones de millones en el Mundial y peor aún, otros cientos de millones al 2016 con las Olimpiadas?, ¡deberíamos protestar!, decía ella muy proféticamente.