Es una pérdida para el país, la muerte de un personaje de la talla de Hernán Rodríguez Castelo, en todo sentido, especialmente en lo cultural. No se puede decir prematura, por las grandes obras que dejó escritas, con la calidad intelectual, que siempre le caracterizó.
Los innumerables libros redactados con el talento de una persona dedicada a escribir y darnos la grata oportunidad a sus lectores de aprovecharlas, quien jamás presumía de sus dotes, es la mejor herencia que nos puede dejar.
No era un ser humano que buscaba premios, ni cosas que se parezcan, no los necesitaba, para poner de manifiesto cada vez y cuando, su magnífica trayectoria de un escritor convencido.
Sus obras literarias permanecerán siempre vigentes, en el recuerdo del Ecuador.