Politización de las FF.AA.

Las acciones discrecionales por las cuales se remueven prematuramente a los altos mandos de FF.AA., generando inestabilidad y peligrosos vacíos de institucionalidad, determinan que hoy, más que nunca, defiendan su profesionalismo, como si fuera la defensa de su honor, porque honor y profesionalismo van de la mano en la ruta de la protección de los derechos, libertades y garantías de los ciudadanos. Es claro que el régimen pretende diezmar, sistemáticamente, los cuadros profesionales y apolíticos, hasta llegar a sustituirlos por mandos politizados que respondan a intereses partidistas o hegemónicos, antes que a la protección de los derechos, libertades y garantías ciudadanas. Se pretende reproducir aquí la degeneración castrense venezolana, que sostiene a ese régimen.

El ejercicio de máxima autoridad de las FF.AA. no otorga facultad depredadora alguna. Al contrario, obliga a la máxima autoridad a someterse al marco institucional que preside por mandato constitucional y, por tanto, debe respetar para ser respetado, y, pretender desprestigiar la institución que preside, significa su propio desprestigio, pues demuestra incapacidad para corregir lo que critica. Y los incapaces no garantizan nada para el futuro de la nación.

Los desates de odio y corrupción determinan que en nuestro país se hace necesaria una gran revolución moral que restituya el Estado de Derecho, la República, la moral, la justicia, las libertades y garantías ciudadanas. Esa gran revolución moral solo pueden llevarla a cabo los que carecen de rabo de paja. Y el pueblo sabe perfectamente quiénes son. Sin embargo, los enterradores pretenden aparecer en el papel de comadronas.

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