Cuando recorremos por distintos lugares de nuestra ciudad de Quito o en general por nuestro hermoso país Ecuador, realmente nos estremecemos al mirar la cantidad de gente indigente que se encuentra ubicada generalmente en las paradas de los semáforos, pidiendo una ayuda con miradas de angustia y desesperación ante su trágica situación. Generalmente se observa hombres jóvenes con niños en sus brazos o puestos en sus cuellos o también mujeres en esas mismas condiciones, sin importarles si hace frío, calor, si llueve, si es de día o es de noche.
Nos estremecemos ante dicha situación, sentimos enorme dolor de mirarlos así, intentamos hacer algo, quizás entregar unas monedas, sabiendo que significará muy poco o nada y meditamos porque hemos llegado en nuestra sociedad a ese estado de injusticia, de indiferencia, de abandono y nos preguntamos ¿qué han hecho los gobiernos para tratar de solucionar este grave problema? ¿qué hará el próximo Presidente que elijamos? Son preguntas sin respuestas, pues no es un problema de ahora, ha sido de siempre. ¿Qué puede hacer la ciudadanía para contribuir a su erradicación, habida cuenta de que se advierte que en su mayoría se trata de gente extranjera, quizás venezolanos que vinieron en los últimos años y que se les dejó ingresar a pretexto de que somos un país de raíces democráticas?
Quizás lo que debemos exigir de nuestros candidatos es que presenten planes concretos para afrontar este problema y en general soluciones a todo lo que estamos viviendo en este momento de un exagerado nivel de desempleo, sabiendo también que ha aumentado el subempleo, falta de fuentes de trabajo, cuando podría incentivarse la producción, el retornar al campo a mejorar el sector agrícola, ayuda a esos sectores.
Ya lo dijo John Kennedy: “Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos.”
Nelson Mandela dijo: “Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia.”