Para triunfar en cualquier emprendimiento debe haber un plan, una misión a cumplir y unos objetivos que alcanzar. Lógicamente que el plan debe estar concebido con conocimiento cabal de las debilidades y cualidades del ser humano y de las características físicas del lugar a desarrollar, especialmente al tratarse de un plan de Gobierno.
En el caso del Ecuador: por su posición geográfica tenemos todo. Deberíamos dar gracias al Señor por todo lo que nos ha dado. Pero, respecto a sus habitantes debemos reconocer que tenemos ciertas debilidades derivadas de nuestra conformación, la misma que ha sido influenciada por diferentes culturas y por nuestra propia topografía, que han hecho que creciéramos poblacionalmente divididos, y así, somos diferentes los unos de los otros: los serranos, los costeños, los orientales y los galapagueños. Y, así a pesar que vamos para los 200 años de república independiente, aún seguimos divididos y los respectivos gobiernos de turno no han hecho lo suficiente para unirnos.
Siendo el Ecuador un país bendecido, que puede producir todo lo que en la tierra existe y más, su alimentación es mala, ha decaído de una alimentación nutritiva que nos caracterizaba, a la comida chatarra, con cero proteínas y cero hierro en el torrente sanguíneo, causando la muerte de la neuronas, las células de la inteligencia, reduciendo alarmantemente el índice de inteligencia.
El Gobierno ya debe poner en marcha un plan con objetivos alcanzables en el corto y largo plazo, incluso los permanentes, que aseguren un desarrollo armónico y sostenible del país, cuidando de alimentar sanamente a su pueblo para que asimile el conocimiento y se capacite para que pueda competir a nivel internacional para asegurar la demanda de nuestros productos terminados y producidos en base a la tecnología de punta, para ello habrá que incentivar a la empresa privada especialmente con una seguridad jurídica que le anime a tomar riesgos e invierta más en el país.