Planes para dar vivienda a los más necesitados han emprendido las principales ciudades del mundo, lo han hecho con el fin de borrar el aspecto sombrío y empobrecido, por atraer más turismo, dar mejor salud y reorganizar la higiene, crear centros de abastos, parques y sitios de recreación, a más de dignificar la vida de los más desposeídos.
En los años 60, Nueva York, creó el programa “Proyectos”, que consistía en levantar edificios familiares de 16 pisos, rodeados de parques, canchas deportivas, supermercados y servicios en la planta baja y en las superiores, departamentos de distinto tamaño. Estos proyectos rehabilitaron las zonas que eran antes tugurios. La distribución de los departamentos se hizo según un censo que establecía los ingresos de la familia y al número de hijos. Familias más grandes tenían más dormitorios y su pago era en porcentaje del sueldo, sin considerar el tamaño del departamento. Con el tiempo, estos sitios, no fueron cuidados por sus habitantes, poco a poco comenzaron los asaltos en las vías hasta llegar a los departamentos y acabar desmantelados por sus moradores, luego del abandono de estos edificios, la ciudad optó por regalarlos a quienes se comprometieran a reconstruirlos.
La vivienda para los más necesitados debe estar acompañada del sentimiento y pundonor de que es propia, de que le costó con esfuerzo, de esa manera defenderá su casa como propia, pensando que es su refugio. A título gratuito se pierde ese interés y el quemeimportismo se apodera de quienes reciben las cosas fáciles.
Es menester que el Gobierno establezca bajo un censo la prioridad de las viviendas, que aquellos que no tienen trabajo, participen en la construcción de este proyecto y los que tienen algo de trabajo, asistan bajo la modalidad de minga a formar las calles, veredas, alcantarillado, parques de recreación, etc. De esta manera, a través de su esfuerzo, sentirán como propio lo adquirido y formarán espíritu de solidaridad para mantener su entorno siempre en buenas condiciones.