Quienes viven en el norte de Quito podrían trasladarse en 3 minutos desde El Labrador hasta la Avenida del Maestro, trayecto que hoy puede llevar hasta 30 minutos, ya sea por De la Prensa o por la Galo Plaza; esto se consigue abriendo al tráfico la pista ancha del viejo aeropuerto convertida en una avenida cerrada a seis carriles, cuyos únicos accesos serían el intercambiador de El Labrador y un intercambiador en la cabecera norte. Habría dos parques, uno a cada lado de la avenida que estarían unidos por seis puentes peatonales. La nueva avenida reducirá notablemente el tráfico y la contaminación en las avenidas existentes, más aún cuando estos sectores se densifiquen exponencialmente por la construcción de edificios. Se trata de reducir los tiempos de viaje de miles de personas, lo cual trae beneficios económicos, sociales y ambientales. Destruir esta magnífica infraestructura representaría perder decenas de millones de dólares. A Quito le hacen faltan vías, esta inversión está realizada y puede entrar en servicio en poquísimo tiempo.