Ingerirla luego de haber propiciado la unión del espermatozoide con el óvulo es un crimen cometido por insensatos actores que actuaron con egoísmo perverso, depravada impavidez.- La “píldora del día después” es una bomba asesina, instalada con insensible cinismo en el cuerpo y sangre de la mujer.
¡Horrendo crimen, premeditado y alevoso, contra una vida humana iniciada prodigiosamente por la Naturaleza! La píldora impide que, el fruto del placer sexual mutuo del hombre y la mujer, puesto en sus cuerpos por Dios, continúe el proceso vital iniciado en el incipiente embrión humano.- “…creó Dios al hombre a su imagen… macho y hembra los creó…, los bendijo diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense…”. (Génesis 1, 27, 28; Mt. 19, 5). Dios hizo al hombre y a la mujer procreadores de la humanidad. El hombre engendra, la mujer concibe. El embrión es el germen del ser vivo.
La píldora interrumpe el proceso de desarrollo embrionario, detiene la vida iniciada en el instante que se produjo la simbiosis o fusión de los gametos masculino y femenino. El placer sexual buscado por el hombre y la mujer debe estar unido siempre, indefectiblemente, a la intención de recibir con alegría y esperanza, el fruto de su unión, que debe ser de amor responsable, como lo quiere Dios.- ¡Cada hijo es un regalo de nuestro Padre Creador!