Escucho con atención las noticias que en las fiestas de Quito se han gastado aproximadamente tres millones de dólares y muchas de las actividades de las fiestas son financiadas con impuestos que pagamos al Municipio de Quito.
Qué ricura y qué pobreza que vivimos en la parroquia Pifo. Queridos quiteños visiten y conozcan Pifo, todavía tenemos calles empedradas, acequias no embauladas, zanjones de aguas servidas con ratas y alimañas incluidas, pésimo servicios de transporte interparroquial, un remedo de Correos del Ecuador, una oficina de la Junta Parroquial de puertas taponadas, una piscina de agua congelada que convierte a pifeños que se bañan, en pitufos; y así cosas pequeñas e insignificantes de la parroquia.
Ojalá no me hagan caso, porque puede pasar, en este país del “Rafel”, que la administración municipal quiera mejorar nuestra quintera vida.