Tras piedras palos

Grace Jaramillo, en su hábil, pero equivocado comentario, manifiesta el típico discurso del feminismo fundamentalista a favor del aborto que, de alguna manera, impactará en la opinión de ciertos asambleístas alborotados unos, y despistados otros; que por razones sociales o políticas aceptarán sin ningún reparo apoyar dichos argumentos; supuestamente “humanitarios”, para que de manera “humanitaria”, se condene a morir al ser más indefenso e inocente mediante el abominable crimen del aborto. Mientras tanto, el depravado y pervertido violador, que ha profanado la dignidad e intimidad de la mujer, estará esperando por una nueva víctima, porque difícilmente será atrapado y condenado a la pena mayor por su criminal acción. ¿Será lícito legalizar el aborto, aún en casos extremo, como la violación de una mujer? Los médicos expertos señalan que las posibilidades de gestación son
escasas, calculan un embarazo por cada 3 000 violaciones. ¿Será necesario el asesinato de un niño en gestación el remedio de las injusticias sociales? Definitivamente no.
En el siglo de los derechos humanos, “de las mentes lúcidas, de las manos limpias y los corazones ardientes”, tenemos la esperanza de que los honorables asambleístas no caigan en el hueco oscuro y tenebroso de la permisividad legal y social, y que respeten la Constitución que aprobaron en Montecristi, que claramente dice en el numeral 1 del art. 66, al hablar de los derechos de libertad: “El derecho a la inviolabilidad de la vida. No habrá pena de muerte”. Sería importante que los asambleístas tengan en cuenta este mandato constitucional.

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