La tortura y humillación es un tema ético (p. ej. la felicidad y bienestar del otro) y de respeto fundamental de la vida. Quien en las fuerzas armadas decapita animales para demostrar su hombría requiere tratamiento psiquiátrico y reclusión médica. No creo que los cuerpos de élite en Inglaterra o Noruega celebren actos execrables como lamer sangre de una mascota degollada.
¿Está por los suelos la autoestima militar que deben sentirse ‘machos’ torturando seres inocentes e indefensos? Quien por creencia religiosa se opone a la unión homosexual o crianza de niños en familias sin padre o madre, debe presentar evidencia de la supuesta afectación psicológica del niño. No es argumento válido el imponer su fe en la vida de otros.