Horrorizados es la palabra que demuestra nuestro sentimiento de pena y de repudio. A inicios de esta semana conmovió a la comunidad el caso de la muerte de un niño de 2 años por el ataque salvaje de un perro pitbull.
Diario EL COMERCIO hace mención al asunto en la primera plana de su edición del martes 3 del presente, en un recuadro: “Caso de ataque de pitbull a niño irá a la Fiscalía” y, se anota como Seguridad que ¡ La mascota se encuentra en aislamiento y en observación física y psicológica!
Observamos en un reportaje en la TV de una señora que sostenía al supuesto animal “asesino” con caricias y manifestando que al pitbull le habían cortado las orejas y no había recibido alimento…Entonces, ¿la señora del reportaje piensa que los ciudadanos tenemos que justificar quizá al pobre animal ante su salomónica explicación?
Quisiera conocer el criterio de la señora que apareció en la TV si el niño hubiera sido su hijo, sobrino o nieto. Cuántos niños subsisten con falta de alimentos y no he conocido que alguno haya matado un perro para saciar su necesidad alimentaria.
Siento un dolor profundo por la muerte de un niño que iniciaba su camino de vida y era de seguro la alegría y la esperanza de su familia, padres, hermanos, abuelos, tíos, etc. ¡Quienes deberían estar en observación física y psicológica deberían ser sus padres!
Respeto a todas las personas que guardan admiración y amor a sus mascotas. Ellos tienen sus propias responsabilidades y libertades para hacerlo; pero siento mucha más admiración y amor por los niños.
Este nefasto acontecimiento, que no es el primero, debe servir para proceder con el dueño del animal y sacrificar a un perro que hoy asesinó a un indefenso niño y que es un potencial peligro.