Muchos acontecimientos recientes han puesto en evidencia el perfil de asesores y consejeros que algunos actores políticos utilizan para rodearse de personas que, lamentablemente, no están en capacidad de aportar en nada para el avance del país.
Se entiende, en el mejor esquema posible, que alguien busca un asesor o un consejero, para que le ayude a tomar decisiones en temas de los cuales no tiene suficiente conocimiento, o, que sus conocimientos no son lo suficientemente profundos para garantizar una decisión apropiada. Desde luego, la búsqueda de asesores o consejeros con esta finalidad viene de una mente bien intencionada, comprometida con sus funciones, con fines honrados.
Vemos con pavor que un asambleísta, que finalmente fue privado de la libertad por manejar, además de deshonestamente, de manera burda un espacio de poder en la construcción de un hospital tenía como asesor a una persona que se encargaba de coordinar el cobro de cheques y la recolección de los dineros producto del negociado que ese espacio de poder le daba. ¿Era un asesor o un mandadero?
Se menciona en los corrillos políticos que un ex consejero presidencial pretendía encumbrar al asambleísta del párrafo anterior en la presidencia de la Asamblea. De ser verdad, tamaño despropósito. Habrá leído el ex consejero los documentos que producía la comisión de la Asamblea, presidida por dicho asambleísta, en los que constaba la firma de él? Realmente redacciones inverosímiles y descabelladas, sin ninguna coherencia y hasta pobladas de faltas de ortografía. ¿Y se pretendía que presida la Asamblea?