Imponer una ley que amenaza cual “espada de Damocles” el quehacer del médico ecuatoriano y luego, ante su protesta legítima, querer traer médicos del exterior para reemplazarlos, es peligroso, innecesario e ilegítimo por lo siguiente: Peligroso, porque los nuevos médicos hasta adaptarse a las condiciones de estos nuevos contextos, generarán muchos problemas en actividades tan delicadas. Porque no todos tendrán la preparación suficiente que garantice su eficacia. Porque los enfermos no son máquinas a las que tan sólo hay que cambiar o arreglar piezas dañadas con “mecánicos nuevos”.
Innecesario, porque si en nuestro país existen suficientes profesionales probados en una profesión tan sutil y riesgosa, para que y por qué invertir en gastos que pueden ser evitados con el diálogo y la inteligente negociación.
Ilegítimo, porque si algo está por encima de cualquier decisión política, es el bienestar de los ecuatorianos, y los médicos son ecuatorianos que tienen todo el derecho a ser considerados ciudadanos honestos.