Y nacido el Salvador, en un lugar desconocido para tres hombres de buena voluntad que habían emprendido un viaje desde lejanas tierras para ir en su búsqueda, llegaron a las puertas del palacio de Herodes quien reinaba en Judá a preguntarle que los guiara a ese sitio para poder ir a presentarle sus respetos y admiración, el ignorante monarca preguntó a sus asesores sobre ese acontecimiento, le aseguraron que estaba profetizado que el Mesías nacería en Belén de Judá.
Apresurados, los tres fueron a la pequeña Belén sin antes oír un pedido angustioso de aquel rey, “id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando lo halléis hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore” (Mateo 2 Versículo 8)
Llegados al sitio estos tres hombres se asombraron del lugar humilde donde había nacido el Salvador de Israel y como hombres de buena voluntad presentaron sus honores al Niño y fueron a descansar.
Luego, fueron advertidos de la trampa urdida por aquel rey y regresaron en paz a sus tierras, seguramente a contar que en Belén de Judá nació un Niño que salvaría al mundo y a quien vieron honrado también por pastores humildes de buena voluntad y de gran paz.
Y sucedió que Herodes envió a sus hombres armados a buscar al Niño para matarlo, sin conseguirlo, y en ese afán ordenó la matanza de todo niño nacido en Belén de hasta 2 años de edad.
“Paz a los hombres de buena voluntad”.