La vida es una delgada línea con altos y bajos como un electrocardiograma. Es decir, con momentos buenos y otros que lamentablemente no lo son. Por ejemplo, la situación actual del mundo. Cada día es un constante padecimiento por la vida que pierden aquellos seres humanos.
Perlas destelladas abrumaron mi mirada ante el incremento desproporcionado de víctimas civiles en la Franja de Gaza. Surge la preocupación de un cosmos que va apagando centellantes estrellas y no siembra girasoles. Existe un sempiterno dolor por la realidad de los palestinos de Gaza al buscar un refugio para salvaguardar sus vidas, pero no lo pueden avizorar, así no se sienten seguros.
Las muertes marcan de luto nuestras almas, elevamos hacia el horizonte un cese a todos los bombardeos que acarrean un aciago dolor inquebrantable. No podemos permitir un mundo gélido y exhortemos nuestra calidez. Enarbolemos la misma bandera de paz que nos hace seres fraternales.