Un soldado está entrenado para matar o morir, si es de las fuerzas especiales, su amor a la Patria y patriotismo hacen que esté predispuesto a entregar su vida para defender la soberanía, la tierra y el pueblo que lo cobijaron toda la vida.
Los hombres y mujeres de nuestro glorioso ejército merecen un merecido homenaje por su vida sacrificada al deber y al servicio de su pueblo, quienes más merecen este reconocimiento son el personal militar de tropa, pues son ellos quienes hacen el trabajo duro y sucio en la mayoría de veces, luego se presentan ante sus superiores con la frase: “Misión Cumplida”.
Hoy en día la misión de nuestros soldados es mantener el Estado Constituido y fortalecerlo apoyando las políticas públicas de equidad y homologación de sueldos, pensiones y cesantías. ¿Por qué algunos tienen derecho a pensiones superiores y otros a pensiones menores? Tal vez porque algunos tuvieron dinero para pagarse la carrera militar para oficiales o porque fueron hijos de Generales, Coroneles y otros militares de jerarquía superior.
Los militares siempre se han creído superiores o mejores que los civiles a quienes ven como simples ciudadanos porque “no saben usar armas” ni tienen el “entrenamiento necesario” para matar o morir en el campo de batalla. Un Comando es un caballero en tiempos de Paz y un demonio en la “Guerra” y nunca morimos solo vamos al infierno a reagruparnos, dice su slogan.
Se debe priorizar la equidad, la homologación y la justicia social dentro de las filas de los hermanos de uniforme y armas. Robespierre instauró el Terror Rojo en la Antigua Francia de 1793 como método de justicia social rápida y decía que el terror no es más que el método rápido, severo e inflexible de solucionar las inequidades.