El viernes EL COMERCIO publica que seis zonas de Quito soterran los cables eléctricos. La noticia es buena, pero lo que cabe decir es que los huecos inmensos efectuados en los meses de febrero y marzo quedaron ahí, causando perjuicios a los vecinos de los sectores donde se debió realizar la obra pública municipal. Tras el confinamiento decretado en marzo, apenas empezaron a aparecer algunos trabajadores tímidamente en junio y julio. Pegaron unos cuantos golpes de combo a las ya destruidas aceras y luego hicieron mutis por el foro.
Con todas las medidas de bioseguridad y distanciamiento, los vecinos de los sectores afectados pedimos que terminen de una buena vez con esta importante obra y los contratistas del Municipio hagan su trabajo de forma expedita, sin alargar la ‘agonía’ de los vecinos ya afectados por las tribulaciones pandémicas.