Paseo y Casa de Kingman

Siempre será grato aprovechar un fin de semana y salir en familia a visitar la ciudad y sus entornos. Por razones obvias hay que moverse rápido, debido al intenso tráfico y las aglomeraciones en los lugares de interés, además de que el tiempo “vuela”. Así podemos visitar la Plaza Grande, emblemático lugar donde confluyen toda clase de personas que logran entretener a cambio de una moneda. Avanzamos hasta la Plaza de San Francisco, llena de turistas que admiran las estructuras de las edificaciones coloniales.

Alguien del grupo sugiere que nos traslademos al Valle, concretamente a Sangolquí, ya en el lugar vamos a dar en la Casa-Museo Kingman. De entrada, el Administrador, nos obsequia una bella guía turística de Rumiñahui y nos invita a pasar a su interior donde hay mucho que admirar como el “Pintor de las Manos”, el Tríptico de la Maternidad, la “Mano de Dios”, Plegaria, la feria de Sangolquí y la colección de obras coloniales que cuenta con magníficas tallas de la Inmaculada, San Antonio, así como muebles antiguos y otras piezas que decoran la Casa con originalidad y buen gusto, aparte de los valiosos óleos del artista . Con esta oportunidad, me permito hacer unas observaciones puntuales: Durante nuestra visita, que duró aproximadamente dos horas, no ingresó ningún otro grupo lo que hacer colegir que falta mucha difusión de este bello lugar que debe ser visitado por propios y extraños.

Pudimos observar que no había seguridad alguna lo que puede ser motivo de una desagradable sorpresa. Pero lo que más nos preocupó es el deplorable estado del inmueble cuya parte posterior se encuentra apuntalada con vigas siendo que la inclemencia del tiempo puede afectar su estructura, lo que sería un descuido imperdonable del Municipio de Rumiñahui, encargado de su mantenimiento.  

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