Al escuchar un coro todo sonará (para nuestro agrado) de acuerdo a lo que el director y la canción requieren. Ciertos sistemas políticos tienden a buscar que todas las voces dentro de la sociedad cumplan la función de sonar de acuerdo a la partitura. En el caso musical es ideal encontrar este equilibrio. Por el contrario, en las sociedades las voces “desafinadas” son las que crean la diversidad necesaria para no caer en la sumisión, que a lo largo de la historia han desembocado en penosos sistemas represivos.
La nueva Ley de Comunicación en el fondo, y basados en varias acciones previas del Gobierno, buscará que todos canten siguiendo la misma partitura. El compás y el tono serán definidos por las autoridades que decidirán qué es lo correcto y veraz. Los medios bajo el poder del Estado no serán medidos con la misma vara, basta ver que los “mea culpa” o rectificaciones son reemplazadas con alabanzas y aprobaciones. Ahora, ¿todos a cantar siguiendo la partitura revolucionaria?