Con el paso de los días se profundiza el análisis sobre el ataque terrorista que vivió Quito, un fallido intento de golpe de estado que se mezcló con la denominada protesta social. La cobardía y la saña con la que se produjeron los ataques contra instituciones estatales, bienes públicos, bienes privados y medios de comunicación, denota que no se trataba de una protesta social en la que hubo únicamente vandalismo, sino que se trató de una acción planificada cuya finalidad fue romper la Constitución ecuatoriana derrocando al régimen, promoviendo el ataque a la estructura constitucional del Estado, sembrando el terror, sin importar las vidas civiles que se cobraban.
El nivel de violencia desatado en Quito fue similar al de las guarimbas en Venezuela, sucesos que contaron con tácticas de guerra y escudos metálicos para defender a los terroristas. El nivel de estrategia delictiva nunca antes vista, confirma que esta fue una acción concertada para acabar con el Gobierno Nacional, el Estado de Derecho y dejar en la impunidad las acciones emprendidas por la Contraloría General del Estado, así como las Cortes de Justicia contra el ex gobernante que tanto daño hizo al país.
Esta crisis ha promovido “la resurrección” de la prensa que responde a la nómina del ex gobernante, pseudo periodistas quienes dejaron la palestra política y ante esta crisis reaparecieron para defender a su ídolo a quien lo exculpaban incluso antes de que se cometan los actos terroristas.
El análisis de este capítulo de la historia se plasmará en varias páginas, sin embargo es necesario exponer ciertas inquietudes:
¿Cuál fue el desempeño del Alcalde de Quito? ¿Qué sucederá con los extranjeros que participaron de los actos terroristas?
Respecto del manejo de crisis, esto será materia de otro análisis.
Javier Lasso Flores