En la legislación de tránsito de nuestro país existen fallas notables. Por poner ejemplos, si un borracho salta a la autopista, en la mitad de la noche, frente a un carro que va a 100 km/h y, por obvias razones, el borracho sale malherido, el conductor -sin culpa alguna- inevitablemente irá a la cárcel.
Igualmente, si un conductor va por un vía rápida y un ciclista que va al lado con mucha velocidad pierde el control, y va a parar frente al automóvil, con la previsible consecuencia de accidente grave, el conductor del auto igual termina pagando cárcel.
La legislación es tan absurda que inclusive si una persona que quiere suicidarse, se lanza desde un puente peatonal sobre una autopista y es impactada por un vehículo, al conductor -en el culmen de la ridiculez- se le lleva a la cárcel como a cualquier criminal.
Por lo mismo, es terriblemente evidente, que este cuerpo legal debe racionalizarse.