Toda iniciativa y esfuerzo encaminados hacia la erección de un digno monumento al más grande de los hombres de estas tierras, el gran emperador quiteño Atahualpa, se ha frustrado.
El monumental proyecto concebido por el arquitecto Francisco Ramírez y apoyado por el ex Fonsal, hace unos cinco años, ubicado atrás del parque Metropolitano y de las minas no metálicas de la vertiente hacia Tumbaco, quedó frustrado por la irrazonable oposición de un concejal Carrión, cuyo nombre prefiero olvidar.
¡Cómo somos de ingratos los quiteños! Como contraste, hacia la entrada del túnel del cerro Santa Ana en Guayaquil, se levantan esculturas en homenaje al papagayo, a la iguana y –una de 12 metros de altura- también al mono. Paradojas históricas!