El Papa y la economía

Con la Encíclica Fratelli Tutti (4.10.20) el papa Francisco puso el cascabel al monstruoso gato de la economía inhumana que amenaza a la humanidad posmoderna.

EL COMERCIO publicó el lunes 5, una corta noticia sobre este importante y trascendental documento; luego, advertí que la agenda noticiosa y de columnistas del Diario no puso interés en examinar los planteamientos del Pontífice con puntuales aspectos de ética y moralidad. Lamento no haber tenido un análisis detallado y exhaustivo de las 14 peligrosas tendencias que marcan el rumbo de la confundida sociedad. Los millones de católicos en el país hubiésemos agradecido que las numerosas páginas destinadas a otros temas nos orienten sobre el “descarte mundial”, “Globalización y progreso sin rumbo común”, “La ilusión de la comunicación”, “La información sin sabiduría” y otros puntos de la Encíclica.

El difícil momento político, económico y social del Ecuador, en mi opinión, exige a medios de comunicación del país un mejor cumplimiento de su papel como orientadores efectivos de la opinión ciudadana, destinando mayor espacio y tiempo a cubrir aspectos de real utilidad, con mayor valor social.

El artículo recientemente publicado en EL COMERCIO por el Dr. Gonzalo Ortiz Crespo ¿Es el Papa Francisco Comunista? llenó en parte la necesidad. El autor, importante escritor reconocido por su ponderación y apego a la difícil objetividad, cita algunos comentarios arrojados por economistas que naufragan en océanos de evidencias que, en todo el planeta, desvirtúan sus afirmaciones y confirman la urgencia de implantar algún modelo económico que se fundamente, en teoría y práctica, en doctrinas sociales. Más todavía, en humanismo integral que considere al hombre como parte de la naturaleza y no como su explotador. Como bien afirma Ortiz Crespo, el documento reciente del Pontífice está relacionado con su anterior Encíclica Laudato Si (2015), en busca de una economía con firmes principios éticos que trascienda la especulación financiera y elimine la riqueza ficticia. Señala que la actual inequidad planetaria permite que el ambiente humano y el ambiente natural se degraden juntos, advirtiendo que no hay conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los miles de millones de personas excluidas del mundo. Menciona un hecho que se comprueba diariamente: “…se debe en parte a que muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están lejos de ellos…”, dice. Escojo un concepto de actualidad para Ecuador: “La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica”.

Mi reconocimiento a Gonzalo Ortiz Crespo por su excelente artículo. Solicito a usted considerar la conveniencia de profundizar el examen de las inspiradoras Encíclicas Vaticanas, investigaciones académicas y estudios similares para beneficio de los lectores, católicos o no. Economía, naturaleza, trabajo, seguridad alimentaria y dignidad humana son factores de una sola ecuación humana que debe ser confrontada con tranquilidad y espíritu pacífico. Un mundo mejor es posible con un nuevo pacto social que privilegie la vida en la “hermana tierra”, como el mayor bien común de la humanidad, y no al capital que induce al creciente consumismo. 

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