Es triste y preocupante que la Iglesia Católica siga desorientando a sus seguidores que sienten desfallecer su fe y esperanza en Cristo, ya que en su interior continúan las vivencias alejadas a lo que Jesús predicó en vida: la justicia y amor al prójimo. No es el caso de los escándalos sexuales de pedofilia, pornografía infantil, manejo oscuro de inversiones en el Banco del Vaticano y otros. Se trata de una intromisión a la gestión del papa Francisco, por Benedicto XVI, que en un libro de su coautoría con el cardenal Robert Sarah, titulado “Desde lo profundo de nuestros corazones”, cuestiona la propuesta de Francisco que plantea la posibilidad de permitir que hombres casados puedan recibir la orden sacerdotal en la Amazonía. Si bien Benedicto XVI solicitó que se retire su firma del libro, su pensamiento y criterio quedó plasmado.
Cuando Benedicto XVI renunció al papado en el 2013, expresó su decisión de retirarse de la vida pública, en consecuencia es cuestión de ética mantenerse al margen de las determinaciones de su sucesor.
Independiente de que sea acertada o no la propuesta, el hecho de entrometerse en asuntos que no son de su competencia, debilita la creencia de los feligreses en el mandato de las sagradas escrituras, que en lo referente a la autoridad de papa dice “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, a ti te daré las llaves del reino de los cielos…” Mateo 16, 18-20. Pedro es considerado el primer papa de la Iglesia. Francisco es el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo sus decisiones son incuestionables.
En la película “Los dos papas”, se ve mucha camaradería y un diálogo amigable entre Benedicto XVI y Francisco; así debería ser para honrar a su Padre Celestial; pero con el último acontecimiento se colige que en el filme dirigido por Meirelles, la ficción supera a la realidad.