Casi recién posesionado, el presidente del nuevo Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), había manifestado (refiriéndose a que él tenía que hablar directamente con el presidente Moreno): “Usted cuando es autoridad tiene que hablar con autoridades de su jerarquía, no de una jerarquía inferior”. Luego de estas de estas inoportunas palabras, ofreció las disculpas del caso y utilizando el trillado argumento en el ámbito político, afirmó que “…sacaron de contexto sus declaraciones”.
En 2016, durante la “larga noche del correato” (parodiando el sonsonete que el anterior régimen utilizaba cuando se refería al neoliberalismo), un comandante general de la Armada, con dignidad y valentía en defensa de su institución, refutó y exigió la rectificación respectiva en torno a una información errónea que había difundido el ex mandatario, relacionada con los liceos navales. Con la intolerancia e intransigencia del caso, no solo que se ignoró estos pedidos, sino que el innombrable replicó “que no discutía con subalternos” e inmediatamente relevó de su cargo al alto oficial.
Es deplorable que aún subsistan estos resabios residuales y actitudes de prepotencia. No las esperaba en un funcionario público de esta época y menos aún en un clérigo.