País sin jueces

Duele constatar que –salvo las contadas excepciones- vivimos en un país sin jueces, o que si nos encontramos con uno al frente no sabemos si creerle o correr. La mujer con los ojos tapados y la balanza en la mano ya sabe para qué lado van a caer los platos. En los últimos días cursa la denuncia de un nutrido número de jueces que dice haber fallado en los procesos, no de acuerdo con la justicia sino por órdenes emanadas del gobierno de las manos limpias, que se ‘desquita’ amenazando a los reclamantes con averiguar el estado de sus cuentas (por algo será). Circulan correos y audios donde el presidente ordenaba condenar a estudiantes inocentes del Central Técnico y una profesora activista. O sea que aquello de ‘meter las manos en la justicia’ no fue cuento. Al calor de estas ‘presiones’ muchos inocentes viven fugados o encarcelados y muchos pícaros se ríen de su viveza. Hay uno asilado en el Perú, que hasta tiene un libro donde denuncia e identifica empresas, bancos, cuentas, coimas, funcionarios y cantidades inmensas de dinero sucio obtenido a través del negocio fraudulento del petróleo, su compañero de denuncias, ex legislador, vive atado a un humillante artefacto en el tobillo. Esos son los jueces que ‘juzgarán’ al vicepresidente que anda corvo por el peso de denuncias. En vista de que no hay jueces en quien confiar, el pueblo debe reclamar y para ello debe ser consultado.

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