La época romántica y pacífica del Quito de antaño, aun con la presencia de elegantes, bohemios y bribones ladronzuelo, como fueron el “terrible Martínez” y el “manos de seda”, quedó para el recuerdo. Hoy, en todo el territorio nacional, desafortunadamente, tenemos el asedio de una delincuencia salvaje, criminal y despiadada. No se detienen ante nada.
Varios hechos de sangre, ocurridos en las últimas semanas, provocaron reacciones de inusitada violencia cargadas de ira y de odio. El vil asesinato de un hombre por los llamados “saca-pintas” y el cruel apuñalamiento a una mujer en Ibarra, por parte de su “pareja”, ante la mirada atónita de algunos espectadores y la actitud cobarde de un grupo de policías. ¡Inaudito e imperdonable! Y otros cientos de inenarrables episodios de asaltos y muertes, no tienen precedentes en este país. En estas circunstancias somos una sociedad desprotegida, estamos a merced de delincuentes cada vez más violentos y agresivos, portando armas que ni la misma Policía las tiene.
Corte Constitucional, Asamblea Nacional, Presidente de la República, ¡por amor a Dios, reaccionen! Estamos atravesando un estado grave de conmoción interna (Art. 164 de la Constitución). Acaben con esta locura, no más asesinatos e infame derramamiento de sangre. La Constitución es la herramienta que tienen en sus manos para poner fin a esta barbarie. Se impone una acción conjunta de la Policía Nacional y FF.AA. ¡