El Coca, la otrora capital petrolera ecuatoriana, se encuentra sumida en una profunda crisis económica y de valores. Esto es resultado de los bajos precios del petróleo, mal manejo económico y una galopante corrupción en las instituciones dependientes, autónomas y privadas.
Es común ver a diario a decenas de colaboradores despedidos de sus trabajos, maquinaria y equipos parados, vehículos terrestres, fluviales y aéreos estacionados, negocios, hoteles, bancos y edificaciones vacías, infinidad de proveedores de bienes y servicios impagos por parte de las petroleras públicas y privadas por varios meses, instituciones financieras, Servicio de Rentas, de seguridad social, entre otros, intentando cobrar sus haberes sin resultados y todo emprendimiento postergado.
El sector productivo se ha reunido y decididamente se ha comprometido a arrimar el hombro para salir de la debacle. Ha solicitado al Gobierno nacional a través de la Gobernación, la declaratoria de zona deprimida a nuestra provincia de Orellana, para encontrar mecanismos de solución.
Hasta el momento no hemos sido atendidos y esto nos está llevando a la desesperación, ya que nos amenazan con el juicio, la clausura y el embargo de nuestras propiedades. Además, cabe preguntar: ¿Qué hacemos? Sr. Ministro del buen vivir.