Antes de la revolución ciudadana, la seguridad del Estado estaba a cargo de los ministerios de Defensa, Gobierno y de Relaciones Exteriores. Las Fuerzas Armadas eran garantes del ordenamiento jurídico y responsables de la integridad territorial, de la soberanía y de la seguridad interna; con la Policía integraban la Fuerza Pública; la Policía era fuerza auxiliar de las FF.AA. y tenían como misión garantizar el orden interno y las seguridades individual y social.
El candidato Rafael Correa afirmó que de ganar las elecciones, los militares irían a las fronteras y la Policía se encargaría de la seguridad interna.
En Montecristi, las Fuerzas Armadas bajaron a segundo plano: dejaron de ser garantes del ordenamiento jurídico; se suprimió el concepto de Fuerza Pública; la Policía dejó de ser fuerza auxiliar y a las FF.AA se les encargó solamente la defensa de la soberanía y la integridad territorial.
Para restarle atribuciones a las FF.AA. se creó un Ministerio Coordinador de Seguridad, se emitió una nueva Ley de Seguridad, se introdujeron cambios en las leyes orgánica y de personal de las Fuerzas Armadas; se anunció la disminución de los efectivos militares y la supresión de la mayoría de los cuarteles; se propuso a los militares que se conviertan en bomberos, guardias forestales, de Aduana y de Tránsito, y se anunció la creación de fuerzas paramilitares para la protección de los jefes de la inmensa burocracia creada por los revolucionarios.
Todo esto se dice que forma parte de la modernización y fortalecimiento de las FF.AA. ¡Increíble, pero cierto! El desaguisado no termina porque ahora se anuncia que vía enmienda constitucional, las Fuerzas Armadas pasarán a ser fuerza auxiliar de la Policía; el encargado de completar el desaguisado es el asambleísta Cassinelli, a quien recomiendo que siga un curso intensivo de seguridad interna y externa que podríamos dictar los viejos militares, que teníamos completamente claro el concepto de seguridad integral del Estado.