El final del Gobierno correísta está a la vuelta de la esquina y con él una década de logros y oportunidades perdidas para el país. La crispación en los rostros, la sonrisa fingida, el nerviosismo exacerbado presagian tempestades que echarán a perder el disfrute de la estancia europea. Mera sería un excelente Contralor, sugiere Correa, con la mirada puesta en su mejor hombre. No lo hace con afán de cubrir su retirada, el elogio es fruto de su admiración personal y la búsqueda incansable del bienestar de la nación. Sin embargo, el futuro es incierto porque la revolución termina y termina mal, particularmente en aquello que aseguraba dominar el gobernante académico: la economía. Tras cuernos palos, los “Panama Papers” involucran en turbios negocios a prominentes colaboradores del régimen. ¡Ah, traidores!, espeta molesto el líder y aclara en su descargo que los susodichos no pertenecen al partido de Gobierno.