El proceso electoral que vivió el cantón Loja el pasado 24 de junio, deja entrever que la capacidad de expresión para defender una causa ciudadana ha crecido, lo cual es muy satisfactorio para quienes en verdad profesamos el amor filial que se merece la tierra que nos vio nacer, puesto que permite avizorar que nuestra sociedad está empoderándose de su derecho a manifestar -con sensatez y valentía- lo que considera conveniente. Este hecho es una señal positiva del inicio de la recuperación y práctica de los valores que hacen digna a una sociedad.
La campaña electoral que se aproxima para elegir, entre otros representes, al nuevo alcalde de Loja, es una responsabilidad que nos obliga a ser muy cautos y analíticos. El candidato deberá contar con atributos de eficiente ejecutivo, solvencia moral y ética, y un plan de trabajo financiable y acorde a las demandas de la población. No repitamos los errores cometidos y nos evitaremos el trillado e infructuoso camino del arrepentimiento.
Bastaría con dos o tres candidatos que cuenten con suficientes cualidades, y pongamos especial cuidado con los “chimbadores” cuyo único afán es dividir la votación para favorecer al candidato que consideran con mayor opción, a cambio de componendas “bajo la mesa”, que obedecen a intereses muy particulares. Para entonces, es indispensable el voto razonado que exige el momento político, económico y social que vivimos.