La suma de las historias personales de la gente configura la memoria colectiva de los pueblos. Eduardo Zambrano Jarrín (1916-1999), escritor y poeta riobambeño, fue uno de los herederos de la histórica hacienda Gatazo, escenario en 1895 de la batalla entre liberales y conservadores, antecedente de la Revolución Alfarista. Otros herederos de esta rama fueron Laura, Ramón y Angelita Zambrano Jarrín. Con su esposa, Emma Zúñiga, vinieron a Quito y procrearon 14 hijos. El literato de Riobamba formó parte de la celebrada columna “Comentan Los Picapiedra”, en el desaparecido diario El Tiempo de Quito. Fue autor de numerosos himnos, sonetos, poemas, exaltaciones, ovillejos y acrósticos. Escribió los libros Trovas de un corazón, en homenaje a su madre, Angelina Jarrín, y Castillo Azul, poesía y prosa, concebidas con su estilo clásico y elegante de escultor de la palabra. Murió en Quito el 2 de septiembre de 1999 y el próximo 28 de noviembre habría cumplido 100 años. Vayan estas líneas en honor de un hombre de bien, con principios y valores permanentes.