Christopher Hitchens, uno de los pensadores de lengua inglesa más importantes de inicio de siglo, proponía que el totalitarismo basa su poderío político en la manipulación de la fe. Hitchens solía decir que Joseph Stalin aprovechó del capital religioso de la población rusa para fundar una sociedad basada en el culto al Estado. Hitchens sugería que la fortaleza del gobierno de Corea del Norte está fundamentada en el culto religioso a sus líderes. La historia ha demostrado que, cuando personas de una religión particular ganan excesivo poder político, son las personas de otras religiones las que usualmente sufren abusos. El problema cardinal de la religión en la política es que la primera está constituida por una pulsión irresistible de convertir a su creencia particular a todas las personas de distinto credo o en fundamentar juicios y acciones en propuestas de fe. Proponer que no existe nada malo con mezclar religión y política es despreciar la muerte de cientos de miles en las regiones árabes del planeta, cuyas sociedades no supieron separar a tiempo Iglesia de Estado.