Con base al contenido de la nota de prensa “El 30 S pasó factura a la cabeza de Inteligencia”, publicada por diario EL COMERCIO el sábado 20 de octubre de 2010, es preciso recordar, entre otras cosas, que en 2008 luego del incidente de Angostura, el gobierno de Correa reformó el área de Inteligencia en los ámbitos civil, militar y policial, con la acusación de la penetración e infiltración de los EE.UU.
Así, en 2009 se reestructuró este campo vital en el funcionamiento de un Estado moderno, creándose la SENAIN como cabeza rectora del Sistema Nacional de Inteligencia, reemplazando a la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), que había sido establecida por la última dictadura militar en los años 70 del siglo pasado.
La SENAIN, para septiembre de 2010, tenía pocos meses de existencia real. Era aún extremadamente débil, con poco recurso humano y escaso presupuesto.
Su primer Secretario era un respetable profesional académico con poca o ninguna experiencia en Inteligencia o análisis político – estratégico. Es bien conocido que para formar un grupo de analistas competentes, se requiere por lo menos 3 o 4 años de estudios especializados en distintas materias y, por supuesto, práctica. Con esta deficiencias, comprensibles y lógicas al iniciarse un proceso, no es preciso ser experto, para suponer que la SENAIN, no se haya enterado de la inquietud y malestar interno que degeneró en la sublevación policial del 30 de septiembre de 2010.
Esto se entiende también por la debilidad orgánica que tenía y también por su incapacidad para coordinar con las agencias uniformadas, o tal vez, por la desidia o incompetencia de aquellas. Tan así era el desconcierto de la incipiente agencia civil de Inteligencia que justamente el día de la revuelta policial, sus principales funcionarios asistían a un evento académico en un centro de estudios en Quito.
¿Y la Inteligencia policial en ese día? Bien no más, gracias. Pero claro, para 2012, la SENAIN se había fortalecido ya en todo sentido y pasó lo que se sabe que pasó en Bogotá en agosto de ese año. Pero ese ya, es otro asunto.