Para mediados del próximo año, se espera contar con el Metro de Quito, con una extensión de 22Km. de largo y una movilidad cercana a los 500 mil pasajeros diarios. Obligará a que el sistema de transporte público que actualmente reúne a empresas, cooperativas y el sistema de trolebús, sufra cambios en su estructura de logística, administrativa y vial, con el fin de formar un sistema integrado de transporte en el que el Metro será la columna vertebral. Actualmente el trolebús tiene paradas establecidas, donde su ingreso se realiza a través de la compra de un ticket, o por medio de alimentadores que llegan hasta sus terminales. Falta la incorporación de transportistas independientes, quienes a pesar de tener paradas propias, recogen pasajeros en cualquier parte de la vía.
El Gobierno, al dar permisos exentos de impuestos, a la compra de unidades, debe revisar la conformación de la estructura social, en donde exista una cadena directriz y de mandos intermedios, que se encargarían de contratar y controlar a los choferes, su salud y otros parámetros de seguridad, operaciones y suministros para abastecimiento de combustibles y el de mantenimiento, donde las unidades entran a un chequeo de seguridad y cambio de piezas, llantas, etc.
Esta infraestructura permite tener costos reales de las operaciones, para cálculos en los incrementos de pasajes. La conformación de empresas determinará seguridad a los usuarios, responsabilidades civiles y penales ante las autoridades, pero más que nada, incorporar pagos de pasaje en un sistema integrado que debe comenzar a funcionar con la entrada de operaciones del Metro.