La Constitución del 2008 fue un traje a la medida para el ejercicio del poder de un populismo autoritario que accedió al poder por vías democráticas, y una vez en él, hizo todo para acabar con los partidos existentes y crear un monopolio de partido único, que dañó la democracia, apoderándose de todas las instancias de poder público.
Esto se pudo consolidar, en otros aspectos, con la vigencia del mal llamado Código de la Democracia. Pese a que el actual Gobierno de alguna manera está poniendo fin al sistema autoritario y populista de la RC, no es suficiente. Se requiere una reforma del sistema electoral actual, que va desde un cambio constitucional que implante el voto facultativo aplicado en las democracias más sanas, hasta una legal, que elimine el fondo de promoción electoral, creando un sistema trasparente de financiamiento privado, obtenido por el candidato, y un sistema estricto de control de fondo partidario, para que cumpla su función de formación política y no de salario de eternos dirigentes políticos.
Para implantar estas reformas, no es necesario caer en la costosa novelería de la Asamblea Constituyente, es posible con una reforma constitucional por medio del Legislativo y posterior referéndum, que aproveche e incluya otras reformas prioritarias, como la eliminación del llamado Cpccs, que el Consejo de la Judicatura deje de ser un órgano de gobierno de la Función Judicial y sea un ente administrativo, la constitucionalización de la dolarización y la eliminación del veto del Ejecutivo.
Otra vía para lograr la reinstitucionalización democrática puede ser que la ciudadanía decida en una consulta popular la vigencia de la Constitución aprobada en 1998, siendo esta una verdadera constitución de avanzada y garantista, y se derogue de manera expedita el mamotreto de Montecristi.