Si resucitáramos a Platón, y lo persuadiéramos a asistir a un partido de fútbol en el mundial Rusia 2018, contemplaría horrorizado como el racionalismo legado por el a la humanidad, ha sido pulverizado por esa pasión desbordante llamada balompié; y es que “la razón es esclava de la pasión” reza un proverbio; el diluyimiento del yo, la homogeneización del pensamiento y la alteración de la conciencia, serian los rasgos psicológicos que el padre de la psicología advertiría en un aficionado inmerso en el hervidero de las fauces de un templo deportivo; desconsolado asumiría la idea de que su doctrina ya no responde al espíritu de esta época; no pudiendo su alma ecléctica abstraerse a esta pasión, sucumbiría ante la magia encandiladora de este hermoso juego; sin embargo antes de regresar al esplendor de su pasado, intentaría que el fútbol y la filosofía congeniaran, al igual que lo hiciera con la política en su querida Atenas; noble fin este, de pretender dotarle de sabiduría a esta controversial y maravillosa disciplina deportiva, envuelta en honores, pero también en vilezas. Montaigne decía “Hay vicios en que el espíritu participa mas que el cuerpo”, hagamos que en el fútbol participen los dos por igual.