Lo acontecido en el Ecuador al ordenar la jueza la prisión para Rafael Correa, muestra a la sociedad la voluntad del gobierno actual de tratar de devolverle al país lo perdido hace diez años, la institucionalidad y respeto profundo de las libertades. Con tantos elementos y pruebas, esta orden de prisión no sólo es justicia para el caso Balda sino también indirectamente para miles de compatriotas que se quedaron sin trabajo por la irresponsabilidad de un ególatra que gobernó el país pensando en que se iban a quedar en el poder para siempre. Aún están protegidos por su fuero coidearios de Correa que ven cómo el tiempo se les acorta para cuando tengan que rendir cuentas; aún hay mucho que rectificar para recuperar la salud económica de las arcas fiscales que Correa dejó en cero. Vemos con esperanza el acercamiento con EE.UU., el país que más le compra al nuestro. Respaldamos las acciones que la justicia ha procesado para traer al Ecuador al responsable de tantos atropellos solo que también sospechamos que su asilo en Bélgica impedirá que esto se consume.