La mayoría de universidades, privadas o estatales del Ecuador forman adecuadamente a sus estudiantes. Han implementado estrategias y equipos que hacen posible esta tarea, de ahí que se tiene al frente excelentes académicos: ingenieros civiles, arquitectos, ingenieros en geología, minas petróleo o ambientales, destacados médicos generales y especialistas que atienden a los pacientes, a pesar de las limitaciones que encuentran en los centros de salud. De igual manera se tienen excelentes odontólogos que ofertan servicios de calidad para preservar la salud bucal de sus pacientes. También se tienen otros profesionales: psicólogos, docentes, químico – farmacéuticos, economistas, administradores y una variada gama de otros académicos.
En el campo de la jurisprudencia de igual manera, pero en estos últimos tiempos llama la atención, la presencia de estos especialistas que aceptan defender casos y a procesados cuyas acusaciones son indefendibles. Tal vez lo hagan por el dinero que cobran por sus servicios; pero, en muchos casos hay acusados que aceptan la culpabilidad, reconocen su error, y ahí interviene su defensor para expresar que las pruebas no son suficientes, que no son legales, y buscan estrategias jurídicas para pedir que el caso se archive o el acusado se defienda en libertad. Llama la atención de lo que se observa en informativos de la televisión, en ellos se presenta una serie numerosa de cartones con documentos probatorios de la culpabilidad de los procesados, y de inmediato se observa a estos jurisconsultos que solo desean exponer su criterio para decir que su defendido debe ser absuelto.
Con esta oportunidad una invitación a los profesionales de la jurisprudencia, tienen derecho a recibir sus emolumentos profesionales, pero acepten casos en los que esté en duda lo adecuado del proceso, pero no defiendan casos de comprobada corrupción, quedan mal ustedes y hacen quedar mal al país.