La prepotencia con la que algunos dirigentes indígenas se están acostumbrando a tratar a las autoridades del país, entre ellas el Presidente y el Vicepresidente, es totalmente inadmisible.
Parece que se les subió a la cabeza el pírrico triunfo alcanzado con la derogatoria del Decreto 883. No alcanzan a entender que la decisión de derogarlo obedeció más a la necesidad de calmar los vandalismos utilizados por ellos o por los infiltrados en su movimiento.
Quienes utilizan la fuerza, quienes muestran prepotencia, quienes utilizan el insulto como arma, demuestran su falta de argumentos, y lamentablemente una absoluta falta de educación. No es aceptable la perorata del señor Vargas en el Ágora de la Casa de la Cultura, refiriéndose al Presidente en términos despectivos así como tampoco es aceptable las amenazas al Vicepresidente por parte del señor Iza.
Los ecuatorianos tenemos la obligación de parar estas manifestaciones y de detener los avances irresponsables de gente no preparada que se cree con derecho a gobernar.
Ya es hora que quienes podemos opinar les hagamos saber a estos señores que el pueblo no avala ni la insolencia, ni el vandalismo, ni la grosería, que ya tuvimos suficiente con el ejemplo que durante diez años nos dio un grupo político que creyó que agradaba al pueblo con sus patochadas y vulgaridades, mientras demostraba falta de conocimiento para manejar el país, la economía y, lo más grave, con corrupción. No vamos a permitir nuevamente el encumbramiento en el poder de gente que adora, como ícono en un altar, la grosería, la agresividad, la insolencia, la intolerancia.