El Ecuador siempre ha estado entre los países más corruptos de la región y no ha sido por falta de comisiones anti-corrupción o como actualmente que tenemos un Controlar voluntarioso y una Fiscal valiente. El problema es que la corrupción está tan incrustada en nuestra idiosincrasia y especialmente en la del sector público, que con el método actual para combatirla, en el mejor de los casos se logrará sacar la cáscara de la manzana podrida. El método actual es demasiado pasivo y depende que alguien denuncie o que algún periodista intrépido realice alguna investigación para poder hacer algo. ¿Pero es realmente demasiado utópico soñar con un Ecuador sin corrupción y que todos esos miles de millones de dólares que se van por el desagüe se pudieran invertir en salud, educación e infraestructura? En teoría no, pero la estrategia debería ser más pro activa y creativa para estar un paso adelante de los corruptos y así no tener que perseguirlos sino esperarles en la esquina con la red. Para esto habría algunos métodos que se podrían implementar, pero claro, ya dependería de la buena voluntad de los gobernantes.