Dolencias e indiferencia

El 25 de febrero mi hermana fue operada de un tumor cerebral en el Hospital Carlos Andrade Marín de Quito, luego de esta intervención la paciente requiere de radioterapia con urgencia, procediendo el médico tratante a derivarla a Oncología, donde continuó nuestro tránsito por los pasillos del centro hospitalario para conseguir atención, que hasta ahora no llega. Se ha insistido por escrito y verbalmente sobre la prioridad de este caso, pero la indiferencia e indolencia es la respuesta a la angustia e impotencia que sentimos al no lograr una derivación a Solca para que reciba tratamiento especializado que requiere, pues resulta evidente que la operatividad del HCAM está desbordada, con el agravante de que no hay suficientes profesionales y los equipos se encuentran dañados.

Hemos contado con el apoyo de la Defensoría del Pueblo y nuevamente apelo a los directivos del IESS y del HCAM para articular acciones urgentes en la reparación de los equipos de radioterapia, y también reactivar las derivaciones necesarias hacia otros centros hospitalarios para cubrir este esencial servicio. Es inaceptable que la parte más vulnerable, en este caso los enfermos, sean afectados en su derecho a la salud y a un trato digno.

Más acciones es lo que precisamos, no ofrecimientos que se desvanecen en el tiempo, atender la salud no puede esperar por una llamada que tarda en llegar, por insumos y medicinas que no hay, por deudas millonarias por cubrir, por disponibilidad de cama y quirófano, y un extenso etcétera que tiene en crisis al sector salud.  

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