Autoestima

En una de tantas reuniones donde supuestamente se tratan temas de interés nacional para la democracia y donde se socializa la doctrina de la revolución y sus “héroes”, hacían pensar que las genuflexiones del público asistente ratificaban todo lo expresado por sus expositores, de pronto un ciudadano rompió el silencio. “ Soy graduado en una de las universidad más famosas del mundo; tengo tres maestrías, un doctorado, cuatro diplomados en exterior, hablo tres idiomas y un burócrata sin ninguna preparación, solo por tener palancas, ocupa un cargo de asesor y gana tres veces más que yo”. Todos guardaron silencio y agacharon la cabeza para esconder sus rostros, el escenario y el momento no eran los adecuados para la polémica, pero sí llamó la atención la actitud de sometimiento y el silencio del auditorio sobre algo que puede estar repitiéndose con frecuencia en un país donde la meritocracia perdió vigencia ante el populismo socialista. La diferencia entre las instituciones o empresas mediocres y excelentes está en la “actitud de su gente”. Tener autoestima y valorar nuestra capacidad y conocimiento por encima de las palancas y la demagogia hace libres a las personas.

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